Por: Wladimir Abreu. Especial para TP
El 9 de abril del 2015 el gobierno fascista de Ucrania declaró
prohibidos los símbolos y la propaganda comunistas en territorio
ucraniano, así como mandató desmantelar toda la iconografía y simbología
histórica de la antigua Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas
(URSS), de la que fuera la segunda república y nacionalidad más
importante de esta unión de naciones y pueblos.
La junta fascista de Poroshenko enmascara esta acción en una política
ya utilizada por la derecha europea que tomó el poder luego de los
procesos contrarrevolucionarios del Este europeo: la comparación del
comunismo con el fascismo, el artilugio ideológico de los “dos
totalitarismos”.
Son argumentos incluso manejados por la “nueva” socialdemocracia
europea, que pretende erigirse en vanguardia de las luchas populares en
el mundo sobre la base de renunciar a la conquista revolucionaria del
poder por la clase obrera y pedir disculpas por los “crímenes del
comunismo”, mientras por otro lado su único argumento programático es
renegociar las migajas que pueda soltar el capital en una cogestión del
capitalismo.
En este marco internacional la derecha reaccionaria y los nuevos
Kautsky del siglo XXI, se unen para escupir sobre el legado histórico
del movimiento obrero y comunista, y tergiversan el aporte de la URSS en
la derrota del fascismo y el papel de los comunistas en la resistencia
antifascista. Pero no sólo falsifican los esfuerzos librados por la URSS
en la guerra, ocultan el esfuerzo soviético por prevenir la guerra y
aislar el fascismo, que hubieran logrado evitar los terribles estragos
de la Segunda Guerra Mundial.
Los “dos totalitarismos”
Los historietólogos y manipuladores burgueses de la historia,
pretender establecer el concepto de la igualdad entre fascismo y
comunismo. Ocultan, interesadamente, que el fascismo fue una política de
origen burgués, altamente chovinista y patológicamente contraria a
cualquier relación con el movimiento obrero y comunista. El fascismo fue
un mecanismo de emergencia del capital para evitar el ascenso de la
clase obrera el poder y la posibilidad de una revolución comunista, que
la democracia burguesa liberal no pudiese evitar.
El fascismo italiano llega al poder luego de derrotada la clase obrera italiana luego de los combates obreros de 1919 a 1922.
Luego de aplastar al levantamiento obrero en Viena, en febrero de
1934 el canciller Dollfus establece un golpe parlamentario, e instaura
un gobierno fascista en Austria, gobierno que sería luego anexionado por
la Alemania hitleriana, previo de asesinar a Dollfus. Incluso entre
fascistas podían matarse entre sí por el poder, como a su vez demostró
Hitler al deshacerse de su viejo compadre Röhm.
Tras el triunfo electoral del frente popular español en 1936, los
militares fascistas españoles inician la Guerra Civil que luego de tres
años derrocaría a la República y establecería la tenebrosa dictadura
franquista.
Aplastada la República Soviética Húngara de 1919, por el Gobierno
antibolchevique de Gyula Gombos y el almirante Horthy, en 1920, también
se establecerá un Estado fascista y antisemita en Hungría.
Nunca –y la historia así lo demuestra– hubo una confluencia histórica
o ideológica entre comunismo y fascismo, cosa que sí la hubo
repetidamente entre el fascismo y la derecha liberal o conservadora
europea.
Pacto Molotov-Ribbentrop
Firmado el 23 de agosto de 1939, nueve días antes de estallar la
Segunda Guerra Mundial, es el gran argumento del cual suele aferrarse
toda la fauna antisoviética mundial, desde trotskistas,
socialdemócratas, liberales, burgueses y todo el caleidoscopio político
del capital internacional.
Ocultan que la URSS desde su ingreso en la Sociedad de Naciones, en
1934, busca crear un frente común europeo contra el fascismo y evitar el
expansionismo nazi, que ya había reocupado Renania, anexando a
Checoslovaquia por trozos y luego Austria.
Lo que siempre ocultan los historiadores y falsificadores burgueses,
es que el pacto Molotov-Ribbentrop es la consecuencia lógica y directa
de la traición al pueblo checoslovaco que cometieron los gobiernos
burgueses de Francia e Inglaterra, en el vergonzoso evento histórico
llamado el «Pacto de Múnich» que sólo buscaba acercar las fronteras de
la Alemania nazi a la URSS, además de negarse bajo cualquier artimaña a
las proposiciones soviéticas de un pacto antinazi.
La URSS le planteó a los gobiernos inglés, francés y polaco defender
por la vía militar a Checoslovaquia, pero Londres, París y Varsovia
guardaron silencio.
Tras que Inglaterra quedara sola ante la caída de Francia, el Japón
atacara en Pearl Harbor y la Alemania nazi invadiera a la URSS, sólo así
las democracias burguesas, empujadas por los acontecimientos
históricos, tuvieron que aceptar el frente común antifascista.
La guerra y el esfuerzo soviético
Las cifras de bajas de la guerra son el más demoledor golpe a la
falsificación histórica burguesa sobre la Segunda Guerra Mundial; por
ejemplo: los campeones de la libertad y los derechos humanos, los
gobiernos de Inglaterra y EEUU, nunca dicen que 1,5 millones de civiles
alemanes murieron por los bombardeos masivos aliados, que nunca lograron
afectar significativamente la industria militar alemana, pero que en
cambio fue unos de los más terribles genocidios del siglo XX contra
civiles. Hay que recordar que la URSS nunca realizó bombardeos masivos
sobre Berlín, salvo 3 ó 4 operaciones aéreas de carácter
propagandístico.
Mientras tanto, Inglaterra y EEUU retardaron en dos años la apertura
del segundo frente, que sólo realizaron ante la posibilidad de que la
Unión Soviética terminara liberando Europa hasta Portugal.
Solamente en el asedio a Leningrado, en 900 días de heroica
resistencia, murieron más de 1 millón 200 mil ciudadanos soviéticos;
cuando las bajas totales de Inglaterra y EEUU, durante toda la guerra y
todos sus frentes, suman poco más de 880 mil.
Del total de las muertes durante la Segunda Guerra Mundial, que ronda
los 60 millones de personas, la URSS perdió aproximadamente 27 millones
de sus ciudadanos, el 45% de ese total; mientras que China, con 22
millones de muertos, representa el 36% de las bajas totales.
El 41% de las pérdidas económicas de la guerra las padeció la URSS.
En este territorio, además, los alemanes destruyeron 1.710 ciudades y
poblados, 70.000 aldeas, 6.000.000 de edificios, 32.000 industrias y
65.000 Km de líneas férreas.
El 70% de las fuerzas militares fascistas y el 75% de su material militar se perdieron en el frente soviético.
Por eso, este 9 de mayo, que conmemoramos los 70 años del triunfo
sobre nazi-fascismo, rendimos justo homenaje al monumental esfuerzo del
pueblo y la clase obrera soviética, al Ejército Rojo, al Partido
Comunista de la Unión Soviética (PCUS), y reivindicamos la sabia
dirección de José Stalin y los grandes estrategas militares como Zhukov,
Vatutin, Konev, Rokossoski, Timoshenko y Chuiov, que junto a millones
de hombres y mujeres soviéticas libraron a la humanidad de la bestia
parda del fascismo.