25/2/11

La derecha española y la Iglesia católica no han condenado el terrorismo.

El Obispo de Badajoz, José Mª Alcaraz y Alenda, celebrando la "victoria", junto a otras fuerzas vivas de la ciudad, a las puertas del Ayuntamiento.


Reproducimos por su interés, el artículo publicado por el catedrático Vicenç Navarro en el diario EL PLURAL, 21 de febrero de 2011. El artículo critica el hecho de que ni la Iglesia Católica, ni la derecha española, hayan condenado el régimen dictatorial que gobernó España, ni tampoco hayan apoyado a las víctimas del terror de aquel régimen, dificultando la recuperación de los cuerpos de los desaparecidos.



El día 6 de enero publiqué un artículo en Público titulado “La Iglesia contra Jesús”, en el que señalaba las enormes contradicciones que existían entre las enseñanzas de Jesús de Nazareth (que muestran un claro compromiso con los oprimidos y explotados), y las prácticas de la Iglesia Católica, (que ha sido siempre en España un pilar básico de las estructuras de poder responsables de una enorme explotación y opresión a las clases populares).

Señalaba en el artículo que un ejemplo de las alianzas de la Iglesia Católica española con las fuerzas oprimentes y explotadoras era el apoyo que tal Iglesia dio al golpe militar liderado por el General Franco y a la dictadura que estableció. No podría encontrarse mayor contradicción entre las enseñanzas de Jesús de Nazareth, que había indicado que era más fácil que “un camello pasara a través del ojo de una aguja que un rico fuera al cielo” (asumiendo que las riquezas de los ricos se basan en explotación) y el apoyo de la Iglesia al régimen dictatorial que se basaba en una enorme explotación de las clases populares, negándoles los instrumentos más elementales para ejercer la defensa de sus intereses.

El nivel de vida de la clase trabajadora española, que había sido semejante al nivel de vida de la clase trabajadora italiana antes del golpe militar del 1936, era sólo el 60% del nivel de vida de la clase trabajadora italiana el año 1978, cuando terminó la dictadura. Éste fue el coste sobre el desarrollo económico y social de España, que supuso aquel régimen. La ausencia de democracia y de sindicatos auténticamente representativos permitió la enorme explotación de la clase trabajadora española por parte de unas estructuras dictatoriales, corruptas por unas élites y grupos de presión, incluida la Iglesia Católica española.

Como era predecible, la derecha española respondió a mi artículo con la agresividad y hostilidad personal que la caracteriza, refiriéndose a mi persona como “un tal Vicenç Navarro, apóstol de la memoria histórica”, negando en su respuesta cada una de las contradicciones que señalaba en mi artículo, entre las enseñanzas de Jesús y el comportamiento de la Iglesia.

Jaime Ignacio del Burgo, fue el autor de una de tales respuestas (publicada en La Gaceta, la versión escrita de Intereconomía) y en Noticias de Navarra, que había publicado mi artículo (como parte de un convenio de distribución de artículos con Público) unos días antes. En el artículo de Del Burgo, titulado “La Iglesia, de víctima a verdugo”, éste niega que “La Iglesia hubiera sido privilegiada durante la Dictadura”, y que en absoluto “había alentado públicamente al Ejército a sublevarse contra la República”, negando también que la “Iglesia dirigiera o colaborara con el estado dictatorial en su función represora”. Es más, Jaime Ignacio del Burgo añade que “el golpe militar respondía a un deseo de justicia y libertad”. Todas estas posturas se presentan salpicadas con una gran amalgama de insultos personales.

Considero extraordinario que un artículo tal como éste se escriba y se publique en España. Treinta y dos años después de haberse establecido la democracia, la publicación de tal artículo muestra lo enormemente incompleta que está todavía la democracia española, resultado de una transición inmodélica que reprodujo el enorme poder de las derechas en España. La abierta defensa de un régimen terrorista como el del General Franco es, todavía hoy, una práctica común.

La incoherencia (en realidad, hipocresía) de las derechas españolas se muestra en que por un lado se oponen a que se legalice a la izquierda abertzale hasta que ésta condene el terrorismo de ETA y que por el otro lado defiendan a un estado y a un régimen que fue infinitamente más terrorista que ETA, asesinando a muchos más españoles de lo que ETA ha hecho. La vida de cada español asesinado por la dictadura que no quiere condenar es tan valiosa como la vida de cada español asesinado por ETA. Su supuesta indignación y supuesto patriotismo ganarían credibilidad si hubieran ellos mismos condenado aquel régimen asesino y hubieran facilitado que el estado actual honrara a aquellas víctimas olvidadas. Las derechas (cuando gobernaron) y la Iglesia Católica nunca expresaron apoyo o simpatía por aquellas víctimas del terror del estado dictatorial.

En cuanto a los argumentos utilizados por Jaime Ignacio del Burgo, la documentación existente muestra claramente que la Iglesia fue una institución que apoyó el golpe militar (antes, durante y después del mismo), y que se benefició enormemente, consiguiendo una situación de gran privilegio, convirtiéndose en una de las instituciones, no sólo con mayores riquezas, sino también con mayor control sobre la población, incluyendo su educación. A fin de conseguir tales privilegios, dirigió la represión frente a amplios sectores de la población, con especial énfasis en el magisterio español, con una represión sin precedentes en Europa. La documentación, fácilmente accesible, también muestra la enorme concentración de riqueza que se dio durante la dictadura, uno de los regimenes que benefició más a las clases adineradas a costa de las clases populares.

En cuanto al autor del insulto, el lector debiera conocer que Jaime Ignacio del Burgo, congresista del Partido Popular de Navarra, es hijo de otro Del Burgo, gran defensor también del golpe militar y de la dictadura, que negó la represión que existió en Navarra contra los vencidos, ocultando que más de 2.500 navarros fueron fusilados, (además de los 678 que admitió), y de los cuales Del Burgo indicó que merecían su destino. De tal palo tal astilla. Su hijo defiende, todavía hoy, el golpe militar y la dictadura que hizo tanto daño a España. Del Burgo (hijo) ha aplaudido que “el régimen surgido de la Cruzada con el esfuerzo unánime de los navarros” y que se define como luchador por la libertad.

En realidad, por su defensa de aquel régimen terrorista, del Burgo debiera estar encarcelado, tal como exige la propia Ley de Atención de Víctimas del Terrorismo, y como ocurriría en Alemania o en Argentina que padecieron regímenes semejantes. La existencia visible y prominente de tal postura, ampliamente sostenida en sectores del PP y de la Iglesia es un indicador de insalubridad democrática en nuestro país.

Una última observación. Una persona de Navarra me envió una nota informándome de la existencia del artículo insultante en Noticias de Navarra de Del Burgo. Desconocía su existencia pues no leo regularmente tal rotativo. Cuando le invité a él (al ser de Navarra y conocer bien aquella comunidad, y al autor Del Burgo) a que enviara una respuesta a aquel artículo publicado en Noticias de Navarra corrigiendo sus falsedades, esta persona declinó mi invitación indicando que estaba temeroso, pues en Navarra las derechas son todavía muy poderosas. En partes de España hay todavía miles de personas temerosas de denunciar el terrorismo, apoyado por las derechas y por la Iglesia. Y todo esto ocurre en la España del 2011, treinta y dos años después del fin de aquel régimen.


Vicenç Navarro. Catedrático de Políticas Públicas y de Economía Aplicada en la Universidad Pompeu Fabra.